sábado, 5 de septiembre de 2015

VIVIR



Vivir para ver, para experimentar, para sorprenderse, para escuchar, para descubrir, para aprender, para contemplar y contemplarse, para despertarse cada mañana; vivir para respirar, para acariciar, para olfatear, para intuir, para paladear, para disfrutar de pequeños tesoros que producen las cosas simples como caminar entre álamos, escuchar el sonido del silencio, o ser testigo insomne del vaivén de las olas; vivir para reflexionar, para conocerse, para equivocarse, para aprender de errores y madurar a corros, para caer y acto seguido levantarse y seguir, para permitirse -cuando acecha el cansancio- un alto en el camino, para ser mejor. Vivir para buscar, para renovarse, para atrapar los sueños, para abrazar el chopo y, si te da permiso, tatuar un corazón en su piel centenaria, para aprehender el aire, para ver llover, para sentir el olor de la tierra húmeda tras la lluvia, para horadar la nieve, para gritar y gritar a los cuatro vientos, para andar el camino que hace al caminante; vivir para amar, para confraternizar, para comprender otros escenarios, para retornar, para descubrir que lo mejor que nos depara la vida es la propia vida, -el mayor de los misterios-; vivir para crear, para imaginar, para expresar las propias ideas, para dibujar palabras de aire, para contar historias –reales o no- en voz alta, para perpetuarse según tus anhelos; vivir para para darse cuenta de que si uno se cree grande es que es muy pequeño; vivir para no tomarse demasiado en serio y reírse de uno y caricaturizarse; vivir para contagiarse de la alegría de otro; vivir mirando siempre al frente; vivir para trasmitir lo que otros dijeron; vivir para hacer eso que tú y solo tú puedes hacer, cosas bien simples, como por ejemplo, mirar unas nubes, tocar las yemas de unos dedos, beber en el cuenco de unas manos o pisar la belleza inconsistente de las hojas secas y sin valor añadido que traerá el próximo otoño; vivir con el pensamiento alto y la idea puesta en que las cosas pueden ser mejores; vivir para elegir que camino escoger y si no hay elección -a veces ocurre- adaptarse a lo que venga como junco verde mecido por el viento; vivir para aprehender cada instante como si fuera el último instante; vivir para en el postrero momento de la vida saber que has vivido; vivir para contarlo; vivir, el caso es vivir.